
Sanar nuestras propias heridas
Todas tenemos cosas que limar. Quiero que lo sepas.No conozco a nadie que haya resuelto todos y cada uno de los conflictos interiores que le acompañan. Y es que la vida no para y las experiencias se acumulan sin tener prácticamente tiempo a digerirlas.Pero sí que hay algo que deberíamos intentar solucionar o, al menos poner «sobre papel» cuando decidimos tener hijos.
Las heridas de la infancia o algunas experiencias traumáticas como pueden ser un abandono, la muerte de alguien cercano o los abusos, deben salir al terreno consciente.
¿Qué significa eso?A pesar del miedo y de la reticencia que sentimos a la hora de abordar estos temas (algo completamente normal porque es nuestro sistema de defensa) debemos aprender a «sacar» todo ese dolor, evidenciarlo a través de palabras e iniciar un proceso de reparación en el que el perdón (a nosotros mismos y a los demás) nos permita cerrar una puerta para que otra se pueda abrir.
No siempre es fácil. Hay quienes reparan a través de la vida, algo más visceral e inconsciente, y hay quienes reparan a través de la psicoterapia, en un entorno más protegido y con la ayuda de un profesional cualificado para ello.Cuando no solucionamos algunas heridas de la infancia es probable que tampoco podamos ayudar a nuestros hijos a superar las suyas, porque nosotros todavía no hemos sido capaces de exteriorizarlas y elaborarlas.
Los duelos pendientes, el maltrato o los abusos pueden acompañarnos como una nube de tormenta encima de nuestra cabeza para toda la vida, impidiéndonos vivir plenamente, ser felices y disfrutar de una crianza consciente.
Te pondré un ejemplo: imagina que de pequeña perdiste tempranamente a tu madre. Como eras muy chiquitita y nadie a tu alrededor quería causarte dolor, intentaron maquillar el suceso y hacer como que no pasaba nada, cuando realmente habías sufrido el abandono más terrible que un niño puede sufrir.
¿Cómo abordarás el tema cuando seas madre? ¿Cómo acompañarás a tu hijo cuando te pregunte sobre la muerte? ¿Qué harás cuando tengas que acompañarle a él/ella en un duelo?
Entiendes a lo que me refiero, ¿verdad?
No hace falta ni si quiera que sea un suceso tan trágico como una muerte. Una ridiculización en público, un cachete que te ofendió o un «cállate» también duelen.
Es un tema difícil de abordar en tan poco espacio, pero me encantará hablar de él en futuros posts, basándome en experiencias vuestras y poniendo a vuestra disposición algunas herramientas para que podáis disfrutar de una maternidad consciente y criar hijos felices. Así que aquí me tenéis, soy todo ojos
Un fuerte abrazo.